Toda parte móvil está sujeta a desgaste. Y hasta lo que se supone que dura 'la vida útil del vehículo', como una cadena de transmisión, suele tener elementos que pueden no ser tan longevos: casquillos, retenes, pasadores...
Otro de los ejemplos más ilustrativos: la caja de cambios. Aunque alguna vez hayas visto una, 'de una pieza', lo cierto es que en su interior tiene un gran número de piñones, engranajes, varillas, aros, tacos...
Se mueven solidariamente con las revoluciones del motor, por lo que, al igual que este, de alguna manera tienen que estar convenientemente lubricados.
Y en esto, no distinguimos entre cambios automáticos o o manuales. Todas necesitan esa valvulina, que no es otra cosa que el aceite necesario para el funcionamiento óptimo y duradero de la caja de cambios.
Evidentemente, hay un aceite que lubrica y refrigera la caja de cambios y otra, el bloque motor. En este último caso, el fluido permite la protección y el buen funcionamiento de los pistones, los las camisas, las bielas...
Es cierto que existieron modelos de vehículos que compartieron el aceite lubricante de ambos elementos, pero las experiencias han demostrado que no fue una buena idea, puesto que las impurezas del cambio acababan pasando al motor.
En realidad, sólo se parecen en sus capacidades, pues son dos productos destinados a dos funciones respecto a las piezas móviles:
La valvulina o aceite del cambio se aloja en un pequeño depósito o cárter en la parte inferior del vehículo. Entra en contacto directo con los elementos indicados o es impulsado por una pequeña bomba.
En principio, en función de los años o el kilometraje que indique el fabricante. Lo habitual es que esto suceda en periodos mucho más dilatados que los del lubricante del motor.
Pero ten en cuenta que, como todo fluido, el paso de los años también afecta a este elemento, que caduca: sedimenta, pierde sus propiedades... e incluso, si no circula ni se usa porque el coche está demasiado tiempo, pues puede ser todavía peor.
Las piezas empiezan a rozar y se desgastan mucho antes de lo previsto. Incluso, si los dientes de los piñones empiezan a deformarse o quedan inservibles, la avería puede ser muy costosa porque el taller tendrá que abrir la caja completamente, sustituir las piezas necesarias y volver a montar... o, directamente, conseguirte otra e instalarla (con la mano de obra pertinente).
Ten en cuenta que sustituir la valvulina periódicamente -incluso antes de lo recomendado, si hay síntomas de envejecimiento- puede suponer unos 100-150 euros; la reparación o sustitución del cambio podrían suponerte un gasto de varios miles.
Por fugas (goteos externos excesivos que dejan mancha en el suelo), dificultades en el engranaje de las distintas velocidades, las marchas crujen, rascan, saltan, la palanca queda con demasiada holgura...
Con el coche elevado, preferiblemente, hay que soltar un tapón en la parte inferior para que la valvulina vieja caiga por gravedad hacia la cubeta (que luego se tira al punto limpio o a cualquier otro lugar autorizado de recogida y tratamiento de residuos tan contaminantes como este). Después, con una especie de jeringuilla, se inyecta el fluido nuevo poco a poco por otro tapón (como ves en la foto principal de este post).
Luego, se coloca un nuevo tapón con su arandela (y filtro, si el modelo lo lleva), se baja el vehículo hasta el suelo y se puede salir inmediatamente después. Eso sí: tanto en ese momento como cuando lo empieces a circular en frío, debes empezar cambiando de marchas poco a poco al principio, sin practicar en los primeros kilómetros una conducción deportiva. ¿Por qué? Precisamente, por eso que ya conoces: lo que es la valvulina o el aceite del cambio, que debe lublicarlo todo antes de que pretendas obtener el máximo rendimiento.
Rodrigo Fersainz