Las carreteras españolas están repletas de radares de tráfico, los cuales registran la velocidad a la que circulan los vehículos, con el objetivo de sancionar a aquellos conductores que no respetan los límites de velocidad que están interpuestos por la Dirección General de Tráfico (DGT). En total, el territorio español, incluyendo Baleares y Canarias, cuenta con 2.460

Para que estos aparatos puedan detectar que vehículos han infringido las normas de seguridad vial y los conductores no se percaten de su presencia para reducir la velocidad, los operarios de la DGT colocan los radares cada 50 kilómetros y en lugares poco visibles para el ojo del conductor como pórticos de carretera, salidas de túneles y vehículos de la Guardia Civil, entre otros.

Pese a que se encuentran en diferentes lugares, los operarios de carreteras aseguran que existe una forma de detectar si hay un radar situado en algún pórtico de carretera. En concreto, los pórticos dificultan la visión de estos radares mediante los carteles que se colocan en ellos, pero para detectarlos solo hay que fijarse bien en las vigas verticales que sostienen la estructura. En caso de tener una escalerilla, significa que dicho pórtico puede tener un radar.

Tipos de radares

La DGT coloca estos radares en diferentes lugares tanto fijos como móviles para detectar una mayor cantidad de infractores, En el caso de los radares fijos, estos se suelen situar en los lugares indicados anteriormente como los pórticos, pero, en cambio, los radares móviles suelen ir incorporados en los vehículos de la Guardia Civil mediante un trípode el cual registra las velocidades.

A diferencia de los radares móviles, los fijos necesitan un mantenimiento periódico, por lo que los operarios necesitan de las escaleras que hay en los pórticos para revisar su estado. Las multas por exceder los límites de velocidad pueden alcanzar los 100 euros, si la sanción es leve; los 200 euros, si son graves; o más de 500 euros si se consideran muy graves.

Daniel García