La subida de los precios de la gasolina y el diésel comienza a ser insostenible y, ante el alto coste que supone llenar el depósito, hay quienes directamente han decidido complicar la situación un poco más: los ladrones están robando el combustible directamente de los coches.
No se trata de una práctica nueva, porque lleva ocurriendo toda la vida, pero las circunstancias actuales están haciendo que la tendencia se vuelva más acusa y que los cacos utilicen técnicas más innovadoras… pero que también mucho menos seguras.
Ya que la gente está tomando más precauciones para que no les puedan abrir la tapa del depósito, los ladrones están entrando directamente por la fuerza: están taladrando los depósitos para extraer el combustible.
Este modus operandi es más rápido que el típico de sorber con un tubo y crear un sifón, lo que permite actuar con una mayor celeridad. Sin embargo, tiene contras como que es un proceso más ruidoso, además de que hay que tener los útiles para llevar a cabo la perforación.
Además, a todo ello hay que sumar el hecho de que así es mucho más peligroso, pues pueden producirse chispas y que todo salga ardiendo, y que luego el transporte del líquido y su almacenaje se hace en condiciones que distan mucho de ser las idóneas, lo que puede causar todavía más problemas.
Por otro lado, las víctimas de robos así se enfrentan al problema ya no solo de perder el combustible, si no también de tener que reparar o directamente reemplazar el depósito, lo que supone otro desembolso importante de dinero.
La cuestión es que, mientras que para protegerse del método tradicional bastaba con cerrar el coche con llave, puesto que cuenta con tecnología que bloquea tanto la tapa como las válvulas, es imposible prevenir esta nueva manera.
Los únicos consejos que se pueden dar son los mismos que para evitar que te roben el vehículo: aparcarlo en zonas transitadas, que estén bien iluminadas, a poder ser con cámaras… pero no se puede hacer mucho más.
Autobild